Este
poema no quiere hablar de tristeza,
ni
de los días que se fueron,
ni
de las caricias que ya no son,
ni
pretende que vuelvas.
Este
poema habla
de
esa hora de la tarde,
ahora
que la vida empieza a otoñarse,
en
que miro el sol esconderse;
en
que aspiro quizá por última vez
el
maravilloso olor de los árboles,
el pasto y las flores;
el pasto y las flores;
en
que dejo que la vida
haga
lo que quiera en la casa
y
en mis cosas sin querer imponer nada;
en
que me siento bien
con
lo que fueron las vidas que lleve,
las
que perdí
y
las que nunca conoceré;
en
que recuerdo con tanto amor
el
nombre de la mujer
que
recorrió mi geografía,
que
enamoró mis sueños,
que
aún camina en mis recuerdos
y
que hizo que, a pesar de todas las tristezas,mi andadura valiera la pena.