lunes, 31 de diciembre de 2012

Quisiera arrancarme el amor para siempre


Quisiera arrancarme el amor para siempre. Nunca más sentir esta agonía por una mujer. Nunca más soñar el cielo para despertarme en el infierno.
Quisiera dejar ese río en el que mi vida sobrevive, en el que zozobro todo el tiempo. Quisiera quitarme de la piel los mil placeres del amor para no sufrir el millón de dolores que nos deja el amor adentro, más allá de la piel. 
Quisiera olvidar la belleza imperecedera de las mujeres que me han amado, que he amado más allá de lo razonable.
Quisiera que sólo quedara mi poesía como testigo de que viví para amar y ser amado, que me lancé al vértigo de lo impredecible con la absurda meta de ser feliz.
Quisiera que las caricias, los besos y las miradas no siguieran corriendo por mis venas, que no poblaran mi memoria de placeres e ilusiones.
Quisiera dejar de amar para siempre. Pero no puedo. Ni siquiera lo he intentado, porque yo soy el amor con el que me estoy matando. 
Mi piel sigue siendo la geografía del amor de esa mujer  que un día dijo que me amaría para siempre.

Este amor que ya es parte de mi piel


Este amor
que ya es parte de mi piel,
que siento cuando
el aire cálido de tu mirada
recorre lento mi tristeza,
que duerme a mi lado
y en la mañana
me mira enamorado,
este amor que lleva en sus alas
el vuelo de mi imaginación,
que va conmigo
a desandar calles
y a zambullirse en los libros
que esperan por mí
en cada librería,
que sube al cielo conmigo
y se lanza al vértigo
de los placeres sin recato alguno,
este amor por el que los otros
mueren, por el que yo vivo,
este emborracharme de ti
y no querer nada distinto
a la caricia que en tu piel espera,
este amor que no nos deja
ni para ser felices,
eres tú en el mes de julio
esperando por mí
a orillas de todo lo que me es amado.

Declaración de amor

Te quiero
desde el día en que te vi
al otro lado de los sueños.
No sabía nada de ti
y ya en mi estómago
volaban mariposas.
Te quiero
por todas las razones y ninguna.
Te quiero no sólo por ser bella,
ni por esa risa única que tienes,
ni tampoco por la manera en que tus ojos
se entornan y giras la cabeza
para picarme el ojo
mientras hablas con otro.
Te quiero, 
no sólo porque
aquella tarde en que el miedo
me cortó el aliento
tomaste mi mano en silencio
y me devolviste la vida,
ni porque estás conmigo
en los días buenos o malos
y en las noches
tu cuerpo me habla de amor,
te quiero
porque eres tú,
porque precisamente eres tú,
porque para mis sueños
eres el universo entero,
la única eternidad que necesito,
el primer y el último beso
de cada día,
te quiero
porque nací para soñarte a ti
y no a otra. 

viernes, 28 de diciembre de 2012

En el Weihnachtsmarkt con Laura






 „Todo lo que yo miro,
toco y palpo
es eterno,
si quiero.“

JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS





Extraño tu respiración tranquila de cuando dormías a mi lado. Me hace falta levantarme temprano, preparar un café y tomármelo frente a la ventana viendo cómo despierta la ciudad sobre la Sabana mientras espero impaciente y feliz a que tú abras los ojos“.

Me lo dice así sin más mientras tomamos un Glühwein en una caseta del Weihnachtsmarkt detrás de la catedral de Colonia. Sus ojos verdes me miran traviesos. Mi sangre se acelera. Sonrío y la tomo por la cintura, la acerco a mí y le doy un beso en su cabeza. No decimos nada. Los dos estamos pensando lo mismo: qué tarde para decirlo. He llegado tantas veces tarde a las cosas importantes de la vida. Nos quedamos así un instante largo mientras cae la nieve suave y constante sobre nosotros.

Laura ha llegado a Colonia por la mañana. Desde el hotel me ha llamado para que nos encontremos en la tarde en el Weihnachtsmarkt. En navidad es mejor no ir en carro a Colonia. Los parqueaderos siempre están llenos. Así que me voy en tren. El RegionalExpress que para en Bruehl y en varias estaciones de Colonia antes de llegar a la estación central que está a los pies de la catedral. En media hora estoy en la ciudad sin tener que preocuparme por el carro. Me encanta montar en tren. Es el medio de transporte más delicioso para alguien como yo que le gusta disfrutar de no hacer nada.

En el tren mientras miro el paisaje rural entre Bonn y Colonia, vuelvo atrás a los días perdidos de la juventud cuando Laura y yo caminábamos Bogotá de arriba a abajo cogidos de la mano, enamorados, besándonos sin importarnos nadie. Íbamos al centro a ver los museos, por las noches a teatro o a la ópera. Después salíamos y entrábamos de un bar al otro y tomábamos algo mientras nuestros ojos y manos se adoraban. Aunque a mí no me gusta el alcohol, pedía cualquier cosa y una cocacola. Sólo me importaba mirarme en los ojos verdes de Laura. Le gustaba bailar y bailábamos amacizados toda la noche. Me encantaba que su perfume sólo lo podía oler si acercaba mi cara a su cuello. Me hundía en él. Era el cielo.

Pero el amor que vive del pasado no es ya amor, es sólo recuerdo, dolor acumulado, pienso mientras la abrazo. A veces siento que esos abrazos nuestros son una manera de aferrarnos a los sueños, a lo que nunca fuimos o seremos. Una manera de no decirle adiós a esos que fuimos cuando todo era posible.

Tu futuro es hoy. Tienes cincuenta y siete años. No puedes dejar nada para mañana. Hoy es tu futuro. Tienes que vivir ahora. No te engañes. El mañana es de los jóvenes. Tú sólo tienes el presente. Piensa en ti. La felicidad está a la mano. Búscala a tu alrededor. No hay felicidad a miles de kilómetros.“

Sabía que me iba a dar un sermón. Por el teléfono ya lo había advertido. Ella viene porque me quiere y protege. Viene a decirme un par de verdades que no quiero oír. Y no las quiero escuchar, porque ya las sé y las estoy ocultando.

Tú que dices que Alemania es el país donde más mujeres guapas hay por kilómetro cuadrado, tiene que haber una para ti, que te quiera como eres, que pueda vivir contigo, que sea tu compañera, que te acompañe a esas mil cosas que siempre has querido hacer y que al fin puedes. Tus hijos ya están grandes y nada ni nadie te impide hacer tu vida, intentar ser feliz. Imagínate una mujer con la que puedas salir cogidos de la mano o abrazarla o besarla en la calle sin que sientas miedo. Deja tus amores imposibles para otra vida.“

Directo y al corazón. Laura no tiene piedad cuando quiere decir su verdad. En este caso es la realidad. El cielo está gris y nieva. Suave y continuo veo como su pelo se cubre de motas blancas de cristal. Tiene la bufanda verde que tanto me gusta y que contrasta con su ropa casi siempre negra. Me dice que es para disimular un par de kilos de más. Pero yo la veo estupenda como siempre. El Weihnachtsmarkt está lleno de gente ruidosa y en movimiento. Me encanta el ambiente navideño de las ciudades alemanas. A nuestro alrededor se oyen las conversaciones, las risas, el ruido de la gente al pisar charcos de agua helada o la nieve derretida. Poco a poco se está oscureciendo. La luz de colores de las casetas y del alumbrado público son como grillos que iluminan la tarde casi noche.

Deja de soñar y vive. Quiérete, por favor, quiérete.“ Me dice al oído con esa mirada cómplice que tiene para dar énfasis a las cosas que le son importantes. Conozco cada gesto suyo, cada cambio de la voz, de la mímica o la forma en que me coge la mano. Son muchos años que nos hemos querido.
"No te digo que no te quiera, pero ella ya escogió su vida. Tú eres su sueño, él es su vida. Sin lugar a dudas eres el amor de su vida, pero él es el hombre de su vida.
Ella está con él, no contigo. Ella se desayuna, charla, se ríe, se abraza, vive y se duerme con él, no contigo. Ella vive con él. Él es su vida, no tú.“

Lo sé. Pero me duele que me lo diga. Es un dolor que nace del estómago y sube al pecho quitándome el aire. Suspiro profundo y miro a lo lejos, a la nada. Soy experto en esos amores con mujeres que sueñan y viven vidas paralelas. Soy un iluso a pesar de la experiencia. Una y otra vez he caído en el mismo círculo de los amores imposibles. No aprendo. Lo sé.

Siempre habrá una buena razón para no verte. Ella visita, sale y se divierte con sus amigos, pero contigo nunca puede.
Deja de soñar. Ella ya escogió su vida. Y no eres tú. No serás tú.“

Me ve que voy a decir algo y agrega dejándome con la palabra en la boca:
Sí, claro que te quiere, que te ama, pero no vive contigo. En ningún momento lo ha pensado de verdad. Lo sueña, porque todos necesitamos soñar para sobrevivir el día a día. Lo sueña, porque eres un sueño para ella. Un escape de la monotonía.“

Ya no quiero ni tengo nada que decir. ¿Qué puedo decir en defensa de ese amor que yo mismo sé que nunca será?. Nada.

Pagamos el Glühwein y nos vamos caminando por entre las miles de personas que van y vienen por la zona peatonal que desemboca a la plaza de la catedral. Vamos despacio entre la multitud. No hablamos, porque con tanta gente no se puede tener una conversación seria. Yo voy ensimismado en la realidad que me está pintando Laura. No me gusta nada. Ni siquiera me pongo furioso. No vale la pena. Me pregunta si entramos a un restaurante. Nos cruzamos en el camino de la gente para poder entrar a un restaurante amplio y lleno casi hasta el tope. Afortunadamente el camarero nos encuentra una mesa para dos cerca a la ventana que da a la zona peatonal. Ideal para charlar. Sé que Laura me va a seguir diciendo cosas. Así que después de pedir dos Coca Colas y una ensalada, espero que ella retome la conversación.

Quiérela. No te digo que la dejes. Pero también quiérete. Encuentra una que sí pueda dormir cada noche contigo, que desayune contigo y que se abrace a ti cuando en la noche hace frío.
¿Cuánto llevas detrás de tu amor imposible? Mucho, demasiado tiempo". Me mira y sonríe. Me coge la mano y sigue hablando.
Y ¿qué ha pasado? Nada. No va a suceder nada. Los sueños no se vuelven realidad. Despierta que la vida se va y no vuelve. Encuentra ya una mujer que se arriesgue a ser feliz contigo. Eso es siempre lo que me dices que quieres. Hazlo. Qué te quiera tanto como para compartir sueños, pan y cama contigo. Una mujer de carne y hueso, no virtual, que te quiera, hable contigo cada día y a todas horas.“
Arriésgate a a ser tú, a quererte. Deja la pendejada para otra vida.“
Me besa y se ríe.
Perdona lo mandona, pero no me gusta verte sufrir. No mereces la tristeza. Te quiero demasiado como para callarme. Así que tienes que soportar mis órdenes y consejos.“
Las gaseosas no las hemos probado. Pero tengo sed y me tomo un largo trago de cococola con un ligero sabor a limón. Está fría y burbujea en la boca.
El mundo no se acaba cuando se termina una relación. La vida continúa. La gente no es para siempre. Recuerda lo que tanto dices: nacemos, vivimos y morimos solos. Que nadie te complique la vida sin necesidad. No nacemos para sufrir, nacemos para vivir.
Ya es hora de que te goces la vida. Deja atrás el ayer. Vive hoy y vive lo posible, no para lo imposible.
Te quiero. Eres el hombre que más he querido. Perdóname por no haberme quedado contigo hace tantas vidas“
No hay nada qué perdonar. Eres como eres y te acepté y acepto como eres.“ respondo desde el fondo de mi tristeza. No tristeza por ella, sino por mí, por los sueños que he condenado a no volverse realidad. También furia por sentirme así, por no ponerme en el lugar de ella, que no tiene por qué pedirme perdón por tener una vida propia y plena. No veo la realidad. Estoy en mi mente. En ese universo en el que vivo casi todo el tiempo. Esa otra realidad mía que prefiero a la realidad de los otros. Laura me está mirando con una sonrisa grave. Vuelvo a ella, a nosotros, a esta Colonia navideña. Se oye el concierto para violín orquesta opus 61 de Beethoven.
-¿Todo bien, lindo?- me pregunta con su mano apretando la mía. Cuántas veces he oído esa misma pregunta de sus labios. Siempre en momentos en que nada estaba bien para mí. O todo estaba bien, menos el amor.
Alzo los ojos, la miro y suspiro. No digo nada. ¿Qué podría decir? Si amo a esa mujer y no me interesa otra. Si lo único que quiero es estar entre sus brazos y sus sueños.
La noche nos duele a los dos. Nos deja exhaustos. Ella ha venido a estar conmigo, porque sabe que estoy triste. Y yo sé que ella tiene razón, pero a mi amor eso lo tiene sin cuidado, porque sólo piensa en ella, la ausente.
Escríbeme con tu puño y letra el poema que sabes que más me gusta.“ Me dice mientras clava esos ojos verdes que todo lo logran. Me arranca de mis pensamientos que me persiguen y que cuestionan ese amor imposible. Me río y saca de su cartera Speedy de Louis Vuitton una libreta de cuero sin estrenar y me la da.
Escribo en la segunda página de su libreta ese poema que tanto ama:

No basta con saber
que me quieres.
Necesito que lo escribas
beso a beso
sobre mi piel.

Me repite que ella siempre ha pensado que lo escribí pensando en ella. Sólo sonrío y escribo mi nombre bajo el poema. La miro sabiendo que por un tiempo largo no nos veremos. Ella mete la libreta en su bolso.
Más tarde, después de recorrer el Weihnachtsmarkt, entrar a un par de almacenes, visitar de nuevo el Museo Romano y la catedral, la acompaño a la estación central que está a los pies del Dom a que tome el Thalys que la lleva de regreso a París. Ha sido una tarde y noche larga y para mí con sabor amargo.
Al despedirnos nos miramos un largo rato, nos besamos y nos abrazamos con esa fuerza de los que no saben cuándo se volverán a ver.

El amor es igual a la relación de un poeta con su poesía. Mientras nace, crece y se va escribiendo la poesía es un continuo ser cada vez menos uno y más el poema. Llega un momento en que uno no es sin el poema. El poema lo es todo para uno. Sólo el poema y el poeta existen. Se han enamorado el uno del otro. Los dos saben que si en el otro no son. Sienten que su destino es estar siempre juntos. Creen que no habrá otro poema ni otro poeta que iguale esa atracción total de los dos. Pero llega el día en que el poema se publica y a los lectores les gusta. Los atrae y y se sienten dueños de él. Sin darse cuenta el poema deja de ser del poeta y se vuelve de los lectores. Aunque poema y poeta saben que el uno sigue siendo para el otro, la realidad los ha desbordado y ya no hay tiempo para que los dos estén uno en frente del otro como era antes. Ahora la realidad manda y los mantiene separados y los irá alejando día a día, lector a lector.
Así el amor es al comienzo una relación perfecta de dos. Los dos saben que no hay nada fuera del amor que se profesan, de la pasión que sienten, del deseo que crece por sus cuerpos sin cesar. Pero llega el día en que la realidad los aleja, los devuelve a su propia monotonía, a su diario vivir y ya no hay manera de volver a ser lo que una vez fueron.

Ya de regreso a Bonn, en el tren lleno de trabajadores que regresan a casa, pienso mientras miro las luces que pasan a lo lejos, que de todos mis amores sólo la tristeza deja todo por estar conmigo.

jueves, 27 de diciembre de 2012

La amante

Cuando ya moría de amor
y mis sueños
se habían quedado en el ayer,
me resucitaste 
con la curiosidad de tus besos.
Tú también buscabas el amor.
Durante días y noches
descubrimos la magia del deseo,
la dicha de los sueños.
Nos amamos mil veces
para huir de la soledad.
Más un día
nos perdimos en otras vidas,
porque la felicidad
no es para los amantes.
Pero cada vez 
que te recuerdo
vuelve a latir mi corazón
entre tus sueños.

martes, 25 de diciembre de 2012

Quisiera


Quisiera
sumergirme de nuevo 
en tu mirada
y nadar en el mar 
de tus sueños.
Quisiera sentir 
una vez más
el canto de tus dedos 
en mi piel.
Quisiera que tu vida
y mi vida
se cubrieran de besos.
Quisiera 
que mis sueños 
no te amaran tanto, 
que no fueras el sueño
de otro.

Lo que los poetas llaman amor


Ese instante
en que por no sé qué razón
dos soledades
se toman de la mano
y sienten que el mundo
les pertenece,
es lo que los poetas llaman amor.

La vida es una señora que camina de prisa

Cada día soy más ayer,
me alejo de mis otros yos,
entre ese que fui y yo
hay una distancia larga,
un camino que desaparece en el pasado.
A cada paso es más oscuro.
La luz es más tenue.
Viví muchos sueños
y otros me fueron esquivos.
En mi equipaje
llevo el silencio de los años,
las mujeres que me olvidaron,
los besos que no repetiré
y los amores que ya no son.
La vida es una señora
que camina de prisa
y cada nuevo día
la nada me llama y yo 
la escucho sin afanes. 
Voy hacia ella
entre sombras y recuerdos.

Vives en mis palabras





En cada palabra 

que escribo

se oye juguetear a tu risa.

En algunas frases 

es como si aún tus ojos

me miraran.

En cada palabra

te encuentro,

me sonríes y hablas conmigo

de esos otros tiempos.

Las palabras, 

una a una, te llevan a mí.

Te escondes

entre líneas y silencios

y ya nada es igual,

porque al escribir tu nombre

te veo,

pero no estás 

para sonreírme al verme.

No existes ya 

y aún así vives en mis palabras.



Ese que fui en tus brazos



Por unos días fui  tu camino.

Desandamos besos,

sueños y noches de amor.

Luego seguiste con rumbo

hacia otros destinos,

hacia las nuevas estaciones

de tu vida.

Ahora soy un viajero

en tu memoria,

ese que fui en tus brazos,

aquel que se vio en tus ojos

y que nada en silencio y casi siempre

invisible en tu recuerdo.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Habitado por el amor

Hay en mí
otro yo
habitado por ti.
Aunque estoy solo,
él sigue contigo.
Te habla en silencio.
Te besa en la distancia
y te siente muy cerca.
A veces  escucho a ese otro yo
cantar su amor por ti
rondar tu cama,
desandar tu piel
hasta encontrarte
y besarte.
Ese otro yo
aún suspira
por las estrellas
que cruzan tu mirada.
Hay en mí
otro yo
que sigue soñando contigo
y que algunas noches
me hace sentir la dicha de ese yo
que un día fue habitado por tu amor.

Te miro siempre



Te miro,
te miro siempre, no me canso,
te miro desde la mañana hasta la noche.
Te miro como mira la playa al mar, con anhelo,
con la certeza de que un día me lleves
en tu corazón, en la singladura de cada día,
que me dejes ser el sueño de tus sueños.
Te miro como sólo el amor se mira en el amor.
Me miras y como por arte de magia
nado enamorado
para siempre en tu memoria.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tus palabras



Tus palabras
me hacen tierno y delicado.
En esas palabras
estás, vives.
Tus palabras son
mías de tanto volverlas a leer,
te dibujan,
se convierten 
en memoria enamorada.
Tus palabras 
me llevan de la mano
por tus recuerdos
y me abren la puerta de tus sueños.
Tus palabras me descubren
tu esencia,
la secreta tú,
la tú que solo tú conoces.
Tus palabras me llevan
a ese otro yo que te habita.
Pero no son sólo palabras,
es algo más, mucho más,
eres tú a la distancia,
tan cerca que casi puedo tocarte,
que sin esfuerzo  te veo.
Tus palabras me llevan al amor,
a aprenderte de memoria,
a querer saber de ti  a cada instante.
Tus palabras son solo para mí.
Pero no dudaría ni un instante
en cambiar todas las palabras del mundo,
el mundo entero,
sólo porque estuvieras una vez más
entre mis brazos.

Charla con Laura













En el amor es como con el cometa Halley que pasa cada setenta y seis años y es posible verlo desde la Tierra por un momento. Si tú no sales en el momento, la hora y el día exacto en que es visible, sólo lo podrás volver a ver dentro de 76 años. Lo que te quiero decir es que ella se perdió la oportunidad de ver el cometa Halley que pasó por su vida. Tú ya me entiendes“

Sí que la entiendo, pienso mientras miro la nieve cubriendo de blanco el jardín. Me encanta ver el frío de la calle mientras estoy protegido detrás de la ventana en el calor de la casa. Laura me ha llamado desde París para avisarme sin preguntar que viene a visitarme. Después de casi dos años sin hablarnos, regresa a mí. Como el cometa Halley, pienso y sonrío.

Sabes que siempre leo lo que publicas. Me gusta pensar que todo lo que escribes es pensando en mí como antes lo hacías. Ya sé que no es así, pero me gusta sentirlo así. Me di cuenta de que ahora último tus escritos han regresado a la tristeza, a la soledad. Me imagino que alguna ella te tiene así. Te conozco como si hubieras sido mío toda la vida. Es más creo que aún eres mío. De alguna manera el amor entre los dos nunca ha dejado de existir. Bueno, este fin de semana viajo a Colonia y nos podemos encontrar y charlar de los viejos buenos tiempos y de los nuevos difíciles tiempos“

Esta es Laura directa, clara y transparente. Al pan pan y al vino vino. Por eso me gustó hace tantas vidas. A mi cuerpo lo recorre una ola cálida de agradecimiento, de ternura. Me siento querido y protegido. Laura viene a verme. Y yo voy a ir a verla.

Me duele cuando te hacen daño. Te siento mío. Es así; creo que eres mío, que sólo eres para mí. Ya sé que no es así. Pero a ti no te desagrada que lo sienta. Estoy en París por un par de días y de negocios y de rumbas. Pero no me resistí a la tentación de llamarte y de ir a verte. Necesito verte, porque contigo me siento segura y bien. No te rías que es cierto. No todo es dinero, lo más importante es afecto, amor. Y yo lo sigo sintiendo sólo contigo. Me estoy declarando de nuevo. Lo siento. Pero no lo siento. Voy a verte y charlaremos de lo divino y humano que ha pasado en nuestras vidas desde la última vez.“

Sigue nevando afuera y hace frío. El que se inventó la calefacción sabía qué es lo que necesitamos cuando el alma está triste. Decir el alma me causa gracia. Cuántos términos religiosos usamos en nuestro lenguaje diario. El catolicismo impregna nuestras vidas. Creyentes, agnósticos y ateos, todos estamos determinados por la religión. Lo cual no implica que seamos creyentes. Supongo que la pregunta exacta que se deben hacer los creyentes es si dios cree en ellos. Y lo dudo.

„ No quiero que te sientas triste o dudes de ti. Sabes que eres maravilloso. De ti lo que más me gustaba era esa manera tan extraña, divertida y sincera de enfrentar la vida, los reveses y las derrotas. Para ti la vida siempre parecía sonreír con especial generosidad. No le tenías miedo ni siquiera al éxito. Me estoy burlando de ti. No mires así. Ya sé la cara que estás poniendo. Sabes lo que quiero decir.“

Quieres decir que desde lejos notas que estoy mal y vulnerable. Me siento más chiquito de lo que soy. Nunca me ha gustado que los demás se apiaden de mí. Detesto mostrarme vulnerable frente a los otros. Pero bueno contigo todo es diferente. Eres un ancla que me ata a la realidad y al afecto. Eres mi amiga.

Leo ese poema de Jorge Guillén que dice:

Este volver a empezar
cada jornada sin ti,
esta sensación de mar
que navego y ya perdí...“

y así me siento en este momento en que no sé por qué me está dejando, se va olvidando de mí. Sus palabras lo niegan pero los hechos lo confirman. No me refiero a Laura, pienso en ella, en ese amor de hoy que parece casi ayer.

No me gustan tus silencios. Amo tu risa fuerte, contagiosa y ruidosa de cuando estás bien. ¿Recuerdas cuando en San Andrés le dimos la vuelta a la isla a pie? En San Luis nos sentamos en un restaurante local y comimos la mejor langosta que haya probado. Si mal no recuerdo lo mejor fue el momento que juntos vivimos. Fue perfecto. Hablamos poco. Dejamos que nuestras miradas y manos hablaran por nosotros. Nunca te sentí tan cerca.“

Lo recuerdo y sí, nunca me sentí tan cerca a ti. Pero también recuerdo que al final del viaje te fuiste del país y en veinte años no nos volvimos a ver. Ni una carta, ni una llamada, nada. Sólo el más doloroso y duro silencio. Y ahora me pasa algo similar. Cada vez se asemeja más a ese abandono. Ella no me ha abandonado, pero lo hará. Lo sé. Los hechos están ahí. Lo malo o lo bueno de la vejez es que no nos permite ilusionarnos. La vejez no engaña.

Amar sin medida y de tanto amar, agonizar y no morir nunca. Esa es la tragedia de quienes amándose ya tienen otra vida: encontrar el gran amor cuando ya otros han echado raíces en su corazón.

No ha dejado de nevar en Bonn. La voz con ese ligero y adorable acento extranjero de Laura sigue sonando en mis oídos. Después de tantos amores, de tanto tiempo, de tantos olvidos y horas perdidas, ella sigue siendo lo más parecido que tengo a una amiga demasiado amiga.