jueves, 9 de mayo de 2013

Mi oficio



Tengo un oficio que no pienso dejar,
no eres tú,
soy yo. Sí, yo...
Ese universo en el que habito:
el de los malos hábitos,
de los humores peligrosos,
el laborioso perezoso que soy,
el caminador de ensueños,
el lector de escrituras varias,
casi todas, donde haya un signo
ahí llegarán mis ojos con una pregunta
para entender el símbolo, sentirlo,
vivirlo, hacerlo propio
y gozar, gozar hasta 
que no pueda más 
y entonces contarlo en palabras, 
en versos o cuentos.
Levantarme cada día es delicioso
y tomar un café frente a un periódico
es el cielo con olor a pan fresco.
Mirar por la ventana
y ver que ahí fuera el universo
de los otros con sus pensamientos,
con sus cuentos y sus escritos me espera.
Una mañana, 
que si dios existiera,
me envidiaría.
Leer, leer, soñar, imaginar, elaborar,
hilar letras, palabras, significados
y con tan pocos elementos
volver un mundo viejo
en otro universo, el mío.
Así, cada día, hasta que los ojos
se caen de cansancio 
y  cada noche un libro
de páginas llenas de sueños
me acompaña entre mis manos.
Es que duermo lecturas, 
libros y periódicos
y hasta poemas de jabón.
El infierno sería que despertara
y no existieran los cuentos, las palabras,
los poemas y los poetas.
Sin poesía no soy y tampoco soy poeta,
mi oficio es ser lector.

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