Nunca caminaré
las calles polvorientas de Tomboctú,
ni tiritaré de frío en el polo norte,
ni me asomaré al vértigo
del estrecho de Magallanes,
ni me asolearé una tarde completa
en la isla de Diego García,
ni nadaré de noche el Apaporis,
ni cruzaré la frontera maldita por Laredo,
ni navegaré con Thor Heyerdahl el Pacífico.
Nunca haré infinidad de viajes,
pero saber que al despertar
nunca más recorreré tu geografía
me hará morir una vez más
como cada mañana al descubrir tu ausencia.
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